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¿Qué es la memoria a largo plazo?

La memoria a largo plazo (MLP) se puede definir como el mecanismo cerebral que nos permite codificar y retener una cantidad prácticamente ilimitada de información durante un periodo largo de tiempo. Los recuerdos que almacenamos en la memoria a largo plazo pueden durar desde unos segundos hasta varios años.

La memoria a largo plazo resulta un elemento clave para realizar nuestras tareas cotidianas sin errores y de forma autónoma. Este tipo de memoria hace referencia a la capacidad del cerebro para almacenar hechos, conocimientos o destrezas y recuperar más tarde esos recuerdos. La memoria a largo plazo es una capacidad muy amplia y compleja que implica una gran cantidad de estructuras cerebrales. Por esto mismo, es muy sensible al daño cerebral. Afortunadamente, la práctica y el entrenamiento cognitivo puede mejorar esta importante función cognitiva.

El programa líder en entrenamiento cerebral de CogniFit permite activar y fortalecer nuestra memoria y otras importantes capacidades cognitivas. Sus juegos mentales han sido diseñados para estimular determinados patrones de activación neuronal. La activación repetida de estos patrones cognitivos puede ayudar a fortalecer las conexiones neuronales implicadas en la memoria y establecer nuevas sinapsis capaces de reorganizar y/o recuperar funciones cognitivas más débiles o dañadas.

Tipos de memoria a largo plazo

Si tenemos en cuenta el tiempo que permanece la información en el sistema de memoria, podemos diferenciar la memoria sensorial, la memoria a corto plazo, la memoria de trabajo y la memoria a largo plazo. No obstante, la memoria a largo plazo cuenta con diferentes subdivisiones:

  • Memoria declarativa: Es aquella información almacenada en nuestra memoria de la que podemos dar cuenta verbalmente. Las partes del cerebro con las que se relacionan son el lóbulo temporal medial, el diencéfalo y el neocórtex. A su vez, se divide en dos.
    • Memoria semántica: Hace referencia al conjunto de información que poseemos acerca del mundo que nos rodea. Esta información está desvinculada del episodio de aprendizaje. Incluye nuestro vocabulario, nuestros conocimientos académicos, o lo que sabemos acerca de cada concepto. Por ejemplo, nosotros sabemos que la manzana es una fruta, que se puede comer, que puede tener diferentes colores, que viene del manzano, pero probablemente no recordemos cuándo aprendimos toda esta información.
    • Memoria episódica: Incluye el recuerdo de los hechos concretos que hemos vivido, con una intensa relación con el episodio de aprendizaje. Por ejemplo, recordar lo que comimos ayer, dónde hemos aparcado el coche, cuándo visitamos una ciudad nueva por primera vez, quién fue a una fiesta del año pasado o cuándo conocimos a una persona.
  • Memoria no declarativa: Es el tipo de información que almacenamos en nuestra memoria, pero de la que “no podemos hablar” como tal. Suele incorporarse mediante un aprendizaje implícito (podemos no ser conscientes de este aprendizaje). Este tipo de memoria es mucho más resistente al daño cerebral, por lo que suele verse menos afectada. Implica a diversas partes del cerebro, como el neocórtex, la amígdala, el cerebelo y los ganglios basales. Incluye otras subdivisiones.
    • Memoria procedimental: Consiste en el conjunto de información de movimientos musculares que hemos conseguido automatizar mediante la práctica, como los hábitos y las destrezas. Por ejemplo, montar en bicicleta, conducir, chutar un balón o manejar un ratón del ordenador.
    • Priming: Se refiere a la facilitación que se produce cuando activamos algún concepto en nuestro cerebro. Por ejemplo, es probable que tardemos menos tiempo en recordar la palabra “ave” si previamente hemos estado hablando de “pájaros”, “gorriones” o “gaviotas”.
    • Condicionamiento clásico: Se trata de la relación entre un estímulo condicionado y una respuesta que previamente ha sido emparejada con un estímulo incondicionado. Por ejemplo, si hacen sonar una campana (estímulo condicionado) antes de aplicar una corriente de aire sobre nuestro ojo (estímulo incondicionado), bastará con que oigamos la campana para parpadear (respuesta condicionada). Esta relación formaría parte de la memoria no declarativa.

Evaluación de la memoria

Una buena capacidad de memoria resulta imprescindible para realizar nuestras actividades cotidiana de manera autónoma y sin errores. Por esto, es importante conocer y evaluar el estado de nuestra memoria. CogniFit dispone de una serie de tests para medir la memoria (en concreto, la memoria fonológica a corto plazo, la memoria contextual, la memoria a corto plazo, la memoria no verbal, la memoria visual a corto plazo, la memoria de trabajo y el reconocimiento), basados en los clásicos Continous Performance Test (CPT, de Conners), en la prueba de dígitos directos e indirectos de la Wechsler Memory Scale (WMS), en el NEPSY (de Korkman, Kirk y Kemp), en el Test of Variables of Attention (TOVA), en el Memory Malingering (TOMM), en el Test de la Torre de Londres (TOL) y en la Visual Organisation Task (VOT). Estos tests, además de medir memoria, también evalúan tiempo de respuesta, velocidad de procesamiento, denominación, percepción visual, monitorización, planificación, escaneo visual y percepción espacial.

  • Test Secuencial WOM-ASM: En la pantalla aparecen una serie de bolas con diferentes números. Se tendrán que memorizar la serie de números para poder repetirlos posteriormente. En primer lugar, la serie estará compuesta por un solo número, pero irá incrementando progresivamente hasta que se cometa algún error. Habrá que reproducir cada serie de números tras cada presentación.
  • Test de Indagación REST-COM: Aparecen objetos durante poco tiempo. Después se debe seleccionar la palabra que corresponda con las imágenes presentadas, lo más rápidamente posible.
  • Test de Identificación COM-NAM: Se presentarán objetos mediante imagen o sonido. Tendremos que decir en qué formato (imagen o sonido) ha aparecido el objeto la última vez, o si no ha aparecido previamente.
  • Test de Concentración VISMEM-PLAN: Aparecerán estímulos posicionados en la pantalla y distribuidos de manera alternativa. Siguiendo un orden, los estímulos se irán iluminando junto con la aparición de un sonido hasta completar la serie. Durante la presentación, hay que prestar atención tanto a los sonidos como a las imágenes iluminadas. En el turno del usuario, habrá que recordar el orden de la presentación de los estímulos en el momento oportuno para reproducirlos en el mismo orden que hayan sido presentados.
  • Test de Reconocimiento WOM-REST: Aparecen tres objetos en la pantalla. Primero habrá que recordar el orden de presentación de los tres objetos tan rápido como sea posible. Posteriormente, aparecerán cuatro series de tres objetos, algunos de ellos diferentes a los presentados, y habrá que detectar la secuencia inicial en el mismo orden.
  • Test de Recuperación VISMEM: Aparecerán imágenes en la pantalla durante aproximadamente cinco o seis segundos. Durante ese tiempo, hay que intentar recordar la mayor cantidad de objetos que aparezcan en la imagen. Agotado ese tiempo, la imagen desaparece y se ofrecen diferentes opciones, entre las que el usuario debe detectar la correcta.

Ejemplos de memoria a largo plazo

  • La gran mayoría de los conocimientos que adquirimos en ámbitos académicos son almacenados en nuestra memoria semántica. Por tanto, cuando estudiamos o recordamos la geografía de nuestro país, anatomía, química, matemáticas o cualquier otra asignatura, estamos poniendo en marcha nuestra memoria a largo plazo.
  • Si trabajamos en un restaurante y tenemos que recordar qué plato ha pedido cada comensal de cada una de las mesas, haremos uso de nuestra memoria episódica. Lo mismo ocurre cuando recordamos a los clientes habituales, por ejemplo.
  • Cuando aprendemos a montar en bicicleta, nos suele costar mucho desplazarnos unos metros sin caernos. Esto es porque todavía no sabemos cómo mover los músculos de la manera apropiada. En cambio, cuando hemos practicado lo suficiente, nuestra memoria procedimental se encarga de las habilidades motoras que hemos conseguido automatizar. Esto nos permitiría montar en bicicleta con normalidad. Algo semejante ocurre cuando aprendemos a conducir un automóvil.
  • Para recordar dónde hemos dejado el coche, el cargador del teléfono, cuál es la capital de nuestro país o cualquier tipo de información que tengamos que retener de un día para otro, utilizaremos nuestra memoria a largo plazo.

Patologías y trastornos asociados a problemas en la memoria a largo plazo

El olvido por sí solo no es un problema de la memoria. De hecho, la memoria tiende a deshacerse de la información que menos utilizamos, especialmente con el avance de la edad, y es algo completamente normal. No obstante, también existe el olvido patológico, que sería la incapacidad de incorporar nuevos recuerdos (amnesia anterógrada) y/o la incapacidad de recuperar recuerdos del pasado (amnesia retrógrada). En el polo opuesto, estaría la hipermnesia, es decir, el acceso involuntario a vívidos y detallados recuerdos, como en el caso del trastorno por estrés postraumático. Además, también cabe destacar que el contenido de los recuerdos puede ser alterado en algunos trastornos, como el Síndrome de Korsakoff, en el que la persona se inventa de manera involuntaria los recuerdos que no es capaz de rememorar.

El trastorno de memoria por excelencia sería la Enfermedad de Alzheimer (donde se afecta la memoria episódica, principalmente), aunque también se pueden dar problemas de memoria en otras demencias, como en la demencia semántica (donde el sistema de memoria afectado es la memoria semántica) o la Enfermedad de Parkinson (en la que se afecta la memoria procedimental). En estos casos, suelen darse combinadas las amnesias retrógradas y anterógradas. En los traumatismos craneoencefálicos y en el daño cerebral por ictus, también es frecuente que aparezca amnesia anterógrada (siendo ésta más común que la retrógrada). En todos estos casos no es raro que aparezcan confabulaciones. Además, el consumo de ciertas drogas y sustancias también puede provocar pérdida transitoria o permanente de memoria.

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